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Mostrando entradas de 2009

LAS LIEBRES

A TRAVES DE LA PUERTA -Te aseguro que si existe- le dijo Pardo a Blanco. -Cuentos de hadas- respondio Blanco Y los dos siguieron brincando por la ciudad Entonces aparecio Aguti. -De que hablababais chicos. -Nada, este idiota que dice que hay una madriguera magica que te transporta a otro universo. -Mmm…- respondio Aguti. -No lo creeras tu tambien -No lo se, solo que hace mucho tiempo, dejad que os cuente lo que vi con mis propios ojos: Salimos de la ciudad de las madrigueras y nos internamos en el bosque Rosado y yo después de salir del instituto y una vez que nos encontramos alli vimos algo extraño, era una puerta fosforescente que brillaba. Nos internamos en ella y seguimos por un tunel hasta que vimos la luz del sol, entonces vimos algo extraño, eran como los humanos esas bestias que nos ayudan con la carga; solo que andaban erguidos y con ropa y ademas portaban escopetas. Nada mas verlos Rosado y yo nos asustamos, entonces uno de ellos alcanzo a Rosado de lleno, se lanzaron como si

EL CONSEJO DE LA ABUELA

-Marta- dijo Antonio- deberiamos irnos salir cuanto antes. Marta siguió haciendo la maleta sin hacerle mucho caso. -Antonio- dijo al fin- no se si es buena idea todo esto. -No iras a creer a tu abuela, no hay ningun duende en ese valle, ni se come a la gente -Digas lo que digas no me apetece mucho ir, la abuela puede ser muy fantastica y supersticiosa pero siempre me ha dicho la verdad -Esto es de coña- dijo el muy indignado y salio cerrando la puerta de sopeton. Un dia después estaba sentado junto a otros tres chicos en el bosque. -Jacinto- dijo Antonio- Deberias ir a por unos troncos para hacer leña. -Ve tu, a mi que me cuentas. -Bueno- dijo Gabriel- ire yo Paso una hora y Gabriel no volvio. -Jacinto- volvio a repetir Antonio- este gilipollas se ha vuelto a su casa, ve a buscar leña -A mi que me cuentas, ve tu a por ella. -Bueno- dijo Guillermo ire yo Paso una hora y Guillermo aun no habia regresado. -Esto es el colmo- gruño Antonio -Yo me piro tio, esto es un coñazo- dijo Gabriel y

SIGLO XXX

Sofia se levanto a las 8 y media, era lunes y tenia que llegar al colegio; se vistio rapidamente y salto por la ventana; una vez en el suelo cogio dos frutas de carne para desayunar; después cogeria un bulsko para llegar. El bulsko no tardo en aparecer, se monto, sintio a donde queria ir y la llevo rapidamente; vio pasar los montes rojos, llenos de arboles, algunos inmensos como montañas con frutas del tamaño de un estadio; luego vio las aves gigantes en el cielo transportando personas y al final vio su colegio, el K.P. Roostringerd; llamado asi por el nombre de un fallecido expedicionario. -¿Qué daremos hoy señorita?- dijo al ver a su maestra. -Hoy estudiaremos las guerras de Africa contra EEUU Sofia sonrio, le encantaba la historia; cuando paso a la clase vio a otros niños, unos con mascotas otros sin ellas. Se sintio feliz y miro por la ventana, las dos Lunas estaban en el cielo y decian que por las noches se puede ver otra a la que antiguamente se le decia Tierra; pues de alli veni

EL AMBULOCETUS

EL AMBULOCETUS Alfonso Gutiérrez llegó jadeando y con el abrigo a medio poner a la puerta del zoo, un minuto después reconoció la silueta de su colega de biología molecular Gerardo Sañudo. Se internaron dentro del recinto, hacía mucho frío y era noche cerrada. —¿Qué querías? Debe ser muy importante para hacerme venir a estas horas con tanta urgencia. —Solo necesito que veas una cosa —respondió Gerardo— y entenderás mi preocupacion. Gerado llevó a Alfonso a uno de los acuarios y allí vio lo imposible: dos criaturas del tamaño de un oso pero con las patas palmeadas estaban en la superficie durmiendo en el montículo del acuario que décadas atrás había sido para delfines. -¿Qué son esos animales? —dijo Alfonso con aparente sorpresa. -Es algo imposible, lo descubrí hace media hora; no sé qué hacer- dijo Gerardo mientras se echaba las manos a la cabeza -Pero ¿qué son exactamente? —respondió mirando hacia el techo. —Parece algo insólito, pero es un Ambulocetus, una ballena primitivísima, un

La Criatura

-¡Mama, mama! No encuentro a las ovejas- La madre miro a su Joaquín, el pequeño pastor mejicano de unos 12 años. -Bueno, ya es tarde; puedes entrar en casa. El joven entro contento comió una escasa pero dulce cena y después se fue a acostar. Sin embargo esa noche no fue igual que las demás; las ovejas balaron intensamente; Joaquín no pudo pegar ojo y cuando miro a la ventana vio algo extraño. Algo parecía estar asustando a las ovejas, algo bípedo y oscuro, algo con unos colmillos llenos de sangre. Aquella noche no pudo dormir pero se la paso con la cabeza debajo de las sabanas y abrazado a la almohada. Al día siguiente su madre junto con unos cazadores observaron la escena: Veinte ovejas muertas con unos incisivos clavados en la nuca. -Perros…-dijo un cazador- malditos perros. Ese mismo día una partida de cazadores trajo los cadáveres de 3 grandes y negros perros; pero aun así Joaquín no pudo conciliar el sueño la siguiente noche recordando la imagen de la criatura bípeda.

EL CONEJO

Un día Héctor pasaba con su coche a gran velocidad cuando vio un cartel en la carretera: “San Hidalgo de las Heras” rezaba. Aumentó la velocidad y siguió de frente no sin que una gota de sudor fría le recorriese la espalda. Entonces se acordo; cuando con 4 años en pijama blanco con dibujos de aviones se encontraba en el cuarto de invitados de la casa de sus abuelos; soñaba algo raro, de manera intranquila, queria avisar a su madre en el sueño pero no acudia. Se levanto al baño, cuando en aquel instante algo le rozo la pierna derecha, algo suave y mullido. “Un conejo” pensó Hector “que hará un conejo aquí adentro” Entonces recordó algo extraño, recordaba que sus abuelos le habían llevado a ver una estatua de un conejo gigantesco de largas patas y orejas, grande como un caballo; ¿o lo habría soñado? Héctor sujeto con firmeza el volante. Entonces volvió a recordar; el no volvió a su cama después de ir al baño; siguió al conejo y entonces llego a salir fuera cuando los vio

El Terror que vino del Espacio

Hace unos años, según me comentaron, vivía un matrimonio sexagenario en mitad de la montaña; guardeses de fincas desde su juventud, vivian en monótona complicidad durante décadas, mientras sus hijos habían huido a la ciudad en pos de un mundo mejor. Asi pasaban el tiempo arreglando los desperfectos de la ruinosa propiedad de los pudientes dueños. Justo una noche, después de recoger el ganado, se hallaban acostados el uno junto al otro en su ancha cama cuando algo ocurrio. Un ruido exagerado, que primero parecia un zumbido y después pasó a ser como el ruido de un motor de avión, invadió su lecho conyugal, haciendo que el ruido del gota a gota del grifo y el susurro natural del viento cesaran durante unos instantes. Un sonido horrible, como un trueno en mitad de una tormenta veraniega; tanto el hombre como la mujer temblaron; más aún cuando vieron unas luces de colores que parecian de otro mundo cruzar su habitación. La mujer y el marido se miraron horrorizados. Los perros ladraron, las

LA ONDINA

LA ONDINA Por Ignacio Pantoja —Estimado viajero —dijo ella—, te has acercado a mi lago a pesar de las prohibiciones de cruzar el umbral de la verja y caminar entre mis dominios. Así se expresaba delante de Adren, una ondina pelirroja de ojos azules y pecas. Adren había cruzado las puertas del jardín prohibido, lleno de las plantas y flores más exhuberantes que se puedan imaginar, de gran tamaño exoticos colores y jugosos frutos y se había acercado a la orilla del lago simplemente por la curiosidad de ver el jardin y de beber en las magnificas aguas de su lago. —¿Quién eres tú? —dijo de manera muy tímida. —Soy la guardiana del lago —le respondió ella de manera altanera. Adren se metió lentamente en el lago y la ondina se le acercó. Adren la miraba con lujuria, era tan rabiosamente hermosa- Cayeron en lo que él creyó un beso apasionado de amor, poco después se habían juntado tanto que no se distinguían el uno del otro, haciendo el amor a la orilla del río. Se besaron en la orilla,

EL HADA

EL HADA De Ignacio Pantoja Se coló por la ventana que daba al bosque, entonces lo vio, no entendía cómo los humanos podían vivir en aquellos lugares metidos entre penumbra, utilizando unas luces mediocres y enfermizas de color naranja que salían de unas frutas duras y calientes; después vio al humano, era horrible, era desproporcionadamente grande; además, era feo, grotesco e inmundo; le vio cómo iba vestido y se sintió mal, llevaba una ropa horriblemente fea, de colores y que no servía para nada, solo le quedaba mal; después le vio encender un aparato cuadrado por el que se oían unas voces roncas y desmejoradas, en el que salian mas humano igualmente grotescos, mas tarde le vio comer un trozo de carne con unos elementos metálicos repulsivos, se la metía en la boca; la mordía con sus horribles y sucios dientes; después se levantó para ir al baño. Le vio algo parecido a un gusano que excretó una espuma horrible sobre otro utensilio con pelos se lo metió en la boca, entonces el humano

Fenix

EL FÉNIX Por Ignacio Pantoja Uno… dos… tres… Los esfuerzos que hacia por salir de la cascara dura eran cada vez más fuertes, había despertado hacía poco y cada vez tenia más ganas de salir, se sentía más y más poderosos. Uno… dos… tres… Ya lo había conseguido, ahora solo tenia que hacer un último esfuerzo, desplegó sus enormes alas e iluminó todo el valle, se inclinó y saltó al precipicio. Primero cayó y cayó, pero al cabo de un rato era más fuerte que la gravedad y salió impulsado hacia arriba, el batir de sus alas se oía como un tambor a kilómetros. Siguió batiendo y batiendo sus alas, poco a poco cada vez era más grande y lo notaba, entonces lo vio: era un poblado de humanos que querían cobijarse a miles de kilómetros de allí. Se acercó más y más hasta que los que allí vivían creyeron que salía el sol y salieron a trabajar en el campo cuando la terrible sorpresa de una mar de fuego los sorprendió. Con picotazos crueles rompió las cabañas y se comió uno tras otro a los aldeanos, los

El Gris

EL GRIS Subía cansado, hacía ya mucho tiempo que avanzaba por la cumbre, horas y horas de sufrimiento, desazón… Deseaba llegar a la cima, era K.P. Roostringerd, el primer explorador que escalaba esa montaña de Marte, ahora casi estaba llegando… rojo, rojo, rojo. Tierra roja como la sangre que brotaba de sus piernas y su nariz, polvo rojo, tormentas rojas, nubes rojas, planeta maldito. Poco a poco avanzaba a duras penas. Cuando pudo contemplar toda la cumbre de la cima una presencia se le apareció «Un niño», pensó, pero no era un niño, era un ser de color grisáceo, de extrema flaqueza y grandes y ovalados ojos que le observaban. —¡Santa María, Madre de Dios —exclamó y sacó el crucifijo de debajo de su grueso abrigo. El gris se acercó hacia él. —¡Vade retro, demonio! —le espetó, se sentía violento, había oído hablar mucho de esos seres pero jamás pensó que se toparia con ninguno. El gris seguía hermético, sin expresión, entonces oyó su voz en su mente: «Largo de aquí, humano». Se asustó

Natalia

NATALIA De Ignacio Pantoja Natalia miró hacia el horizonte, aquellas motas de color morado anunciaban que en breve saldría el sol por donde el color negro de la noche empezaba a convertirse en azul. El conducto de alta velocidad que recorría el océano Atlántico en media hora iba a llegar a su destino, a lo lejos veía las inmensas torres de Lisboa, después cogería un bulsko a Madrid que estaria en diez minutos. Natalia tenía muchísimas ganas de llegar pues allí encontraría a su novio y deseaba verle. -Natalia- dijo una voz dentro de su bolso-¿Cuánto falta? -Muy poco…estate tranquilo, Arkpi- dijo ella con dulzura Nada más llegar empezaban a aparecer los primeros rayos, pero el sol aún no había salido. Por fin llegó a la ciudad de Lisboa, se había levantado muy pronto desde Nueva York, había estado deseando toda la noche que llegase el alba y casi no había dormido, por un lado estaba esperanzada pero por otro tenía miedo. Caminó tranquilamente hasta que vio la parada de los bul

El Gato del Diablo

El gato del Diablo Desde algunos años había un invitado no deseado en el hospital, algo negro, algo que se movía rápido entre las camas, algo indeseable, algo intangible, algo oscuro que aterrorizaba a todos los ancianos de ese geriátrico, lo llamaban el gato del terror pues decían que todo en quien se quedase moriría irremediablemente. Jacinto era un hombre católico que no temía a la muerte, sin embargo cada vez que veía pasar al horrible felino sentía escalofríos y nauseas, era una pena que se hubiese dejado a ese demoniaco ser entrar en un lugar tan sagrado como un hospital de ancianos, la gente se apartaba de el, sentía pánico, era un gato negro como el ala de un cuervo y con los ojos verdes brillantes, extraterrestres, alguno había dicho que era la encarnación del mal, ya que donde se tumbaba moría alguien Hace pocos días una anciana lo agarro y estuvo a punto de retorcerle el cuello tras lo que el felino emitió unos maullidos infernales y unas funcionarias sujetaron a esa mu

SIGLO XXV

Natalia miro hacia el horizonte, aquellas motas de color morado anunciaban que en breve saldría el sol por donde el color negro de la noche empezaba a convertirse en azul. El conducto de alta velocidad que recorría el océano Atlántico en media hora iba a llegar a su destino, a lo lejos veía las inmensas torres de Lisboa, la segunda cuidad mas grande de Iberia; después cogería un bulsko a Madrid que llegaría en 10 minutos. Desde que se inventaron, el coche no era necesario, además se alimentaban de oxigeno así que no hacia falta usar recursos caros y difíciles de encontrar, los accidentes eran imposibles, solo tenias que meterte y te llevaría a donde quisieras a una velocidad impresionante y jamás se chocaría con otro pues todos estaban programados para no acercarse a menos de 30 metros uno de otro. Además no podía chocar contra nada pues flotaban a uno de la superficie. Por fin llego a la ciudad de Lisboa, se había levantado muy pronto desde New York la tercera ciudad más grand