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Mostrando entradas de noviembre, 2009

SIGLO XXX

Sofia se levanto a las 8 y media, era lunes y tenia que llegar al colegio; se vistio rapidamente y salto por la ventana; una vez en el suelo cogio dos frutas de carne para desayunar; después cogeria un bulsko para llegar. El bulsko no tardo en aparecer, se monto, sintio a donde queria ir y la llevo rapidamente; vio pasar los montes rojos, llenos de arboles, algunos inmensos como montañas con frutas del tamaño de un estadio; luego vio las aves gigantes en el cielo transportando personas y al final vio su colegio, el K.P. Roostringerd; llamado asi por el nombre de un fallecido expedicionario. -¿Qué daremos hoy señorita?- dijo al ver a su maestra. -Hoy estudiaremos las guerras de Africa contra EEUU Sofia sonrio, le encantaba la historia; cuando paso a la clase vio a otros niños, unos con mascotas otros sin ellas. Se sintio feliz y miro por la ventana, las dos Lunas estaban en el cielo y decian que por las noches se puede ver otra a la que antiguamente se le decia Tierra; pues de alli veni

EL AMBULOCETUS

EL AMBULOCETUS Alfonso Gutiérrez llegó jadeando y con el abrigo a medio poner a la puerta del zoo, un minuto después reconoció la silueta de su colega de biología molecular Gerardo Sañudo. Se internaron dentro del recinto, hacía mucho frío y era noche cerrada. —¿Qué querías? Debe ser muy importante para hacerme venir a estas horas con tanta urgencia. —Solo necesito que veas una cosa —respondió Gerardo— y entenderás mi preocupacion. Gerado llevó a Alfonso a uno de los acuarios y allí vio lo imposible: dos criaturas del tamaño de un oso pero con las patas palmeadas estaban en la superficie durmiendo en el montículo del acuario que décadas atrás había sido para delfines. -¿Qué son esos animales? —dijo Alfonso con aparente sorpresa. -Es algo imposible, lo descubrí hace media hora; no sé qué hacer- dijo Gerardo mientras se echaba las manos a la cabeza -Pero ¿qué son exactamente? —respondió mirando hacia el techo. —Parece algo insólito, pero es un Ambulocetus, una ballena primitivísima, un

La Criatura

-¡Mama, mama! No encuentro a las ovejas- La madre miro a su Joaquín, el pequeño pastor mejicano de unos 12 años. -Bueno, ya es tarde; puedes entrar en casa. El joven entro contento comió una escasa pero dulce cena y después se fue a acostar. Sin embargo esa noche no fue igual que las demás; las ovejas balaron intensamente; Joaquín no pudo pegar ojo y cuando miro a la ventana vio algo extraño. Algo parecía estar asustando a las ovejas, algo bípedo y oscuro, algo con unos colmillos llenos de sangre. Aquella noche no pudo dormir pero se la paso con la cabeza debajo de las sabanas y abrazado a la almohada. Al día siguiente su madre junto con unos cazadores observaron la escena: Veinte ovejas muertas con unos incisivos clavados en la nuca. -Perros…-dijo un cazador- malditos perros. Ese mismo día una partida de cazadores trajo los cadáveres de 3 grandes y negros perros; pero aun así Joaquín no pudo conciliar el sueño la siguiente noche recordando la imagen de la criatura bípeda.

EL CONEJO

Un día Héctor pasaba con su coche a gran velocidad cuando vio un cartel en la carretera: “San Hidalgo de las Heras” rezaba. Aumentó la velocidad y siguió de frente no sin que una gota de sudor fría le recorriese la espalda. Entonces se acordo; cuando con 4 años en pijama blanco con dibujos de aviones se encontraba en el cuarto de invitados de la casa de sus abuelos; soñaba algo raro, de manera intranquila, queria avisar a su madre en el sueño pero no acudia. Se levanto al baño, cuando en aquel instante algo le rozo la pierna derecha, algo suave y mullido. “Un conejo” pensó Hector “que hará un conejo aquí adentro” Entonces recordó algo extraño, recordaba que sus abuelos le habían llevado a ver una estatua de un conejo gigantesco de largas patas y orejas, grande como un caballo; ¿o lo habría soñado? Héctor sujeto con firmeza el volante. Entonces volvió a recordar; el no volvió a su cama después de ir al baño; siguió al conejo y entonces llego a salir fuera cuando los vio