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Mostrando entradas de octubre, 2008

Amigo de Otro Mundo

Os lo cuento como me lo contaron a mi hace muchísimo tiempo, fue hace muchísimos años cuando Joaquín estaba viviendo en Nueva York porque le habían enviado allí de becario; había visto su nuevo apartamento y estaba hecho un asco, lleno de telarañas, motas polvo gigantes, ciempiés de varios centímetros y lagartijas que cruzaban desafiantes de una lado a otro e incluso algunos simpáticos ratones le saludaban de buen rollo por los rincones de las habitaciones. Joaquín más que cabreado estaba triste y cansado, así que se tumbó en la cama y chirriaron los muelles mientras una capa de polvo subió hasta el techo, entonces oyó unos golpes en la puerta y se levantó, la abrió y lo vio por primera vez, era un hombre muy alto, mas alto que la mayoría de los otros, con unos ojos verdes, una cara afable y desprendiendo amabilidad: -Hola, he oído que habías llegado- dijo con un extrañísimo acento de no se supo bien donde. -Hola- respondió Joaquín, sorprendido y agradado, pues durante ese día solo

El Precio a Pagar

Zaira había vuelto a tener ese sueño y se levantaba sudando, como cuando era pequeña, pero ahora era mas real, ese fuego, ese calor que la abrasaba, sentía que le dolían las rodillas, el pecho, las piernas, las palmas de las manos y de los pies, veía fuego en su sueño, fuego y mas fuego, dolor y mas dolor, su cabeza parecía que le iba a estallar, se despertó de golpe, sudando con la boca ardiendo y las palmas de las manos enrojecidas, corrió al cuarto de baño y bebió agua fría, se frotó la cara y se dió una ducha helada y se secó y descansó tranquila. No era la primera vez ni la segunda, pero pocas veces le pasaba y no presagiaba nada bueno, recordó aquel niño quemado en el cuarto de baño de primaria o aquella señora que se quedó encerrada dentro de su tienda, había tenido esas pesadillas otras veces, sin contar aquel cumpleaños de los chicos de la casa de al lado, todos habían acabado en fuego y en entierros, no quería pensar en ello, y menos porque sabia que ella tenía algo de culpa

El Perrito de Peluche

Caroline cumplia ocho años cuando le regalaron aquel perro de peluche por su cumpleaños, pero lo dejo a un lado centrando mas su interes en aquella consola nueva en color y lo dejo en el armario junto a los demas peluches junto al elefante con la trompa de colores y el oso azul Una vez hubo acabado su cumpleaños cansada de tanto abrir regalos, gritar, reir y jugar con otras niñas acabo cansada, su madre la dio dos besos antes de dormir y su padre un cuando ya estaba en la cama y se quedo en la oscuridad, pero no se podia dormir, pero no era porque estuviese nerviosa porque acababa de tener un dia muy nervioso jugando con sus amigas sino porque notaba que alguien la observaba, pero no era el sentimiento intimidatorio de una presencia hostil y allanadora sino de un nuevo amigo que la protegia y la bendecia en su cama, se sentia embriagada y cuidada, como si fuese una noche mas magica que ninguna la de su cumpleaños Desde la otra pared el perro de peluche la observaba con cariño Pero no f