EL CONEJO

Un día Héctor pasaba con su coche a gran velocidad cuando vio un cartel en la carretera:

“San Hidalgo de las Heras” rezaba.

Aumentó la velocidad y siguió de frente no sin que una gota de sudor fría le recorriese la espalda.

Entonces se acordo; cuando con 4 años en pijama blanco con dibujos de aviones se encontraba en el cuarto de invitados de la casa de sus abuelos; soñaba algo raro, de manera intranquila, queria avisar a su madre en el sueño pero no acudia.

Se levanto al baño, cuando en aquel instante algo le rozo la pierna derecha, algo suave y mullido.

“Un conejo” pensó Hector “que hará un conejo aquí adentro”

Entonces recordó algo extraño, recordaba que sus abuelos le habían llevado a ver una estatua de un conejo gigantesco de largas patas y orejas, grande como un caballo; ¿o lo habría soñado?

Héctor sujeto con firmeza el volante.

Entonces volvió a recordar; el no volvió a su cama después de ir al baño; siguió al conejo y entonces llego a salir fuera cuando los vio; un montón de conejos de varios tipos de pelaje moviéndose y chillando como en una orgía humana; y en el centro un conejo de dos metros de altura de largas patas y orejas le miro.

Héctor agarro el volante con las dos manos y cerro los ojos.

Lo siguiente que vio fue el asfalto, el ruido de sirenas, un riachuelo rojo y cerca de allí un pequeño conejo gris.

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