ELLA....y todo purpura
Seleccionados por el convenio internacional de astrobiología, el comandante Máximus nos otorgó la búsqueda de protohumanidades en el planeta AK-B5-17834.
Mi compañera y yo llegamos cuando amanecía. Era más fácil encontrar vida en ese momento. Advertimos la escasez, ante nosotros y hasta el horizonte se hallaba un gran desierto.
Caminamos varias horas, el ambiente era muy húmedo y no perdimos demasiada agua que era lo que más temíamos, es más, encontramos pequeñas salidas de agua entre las rocas y en algunas cumbres montañosas. ¿Seria de silicio? no lo sabíamos.
No fue muy difícil encontrar una zona con más abundancia, en vimos que aquella masa oscura que parecía líquenes se convertía en un bosque de diferentes formas purpureas lo que pensamos que quizá equivaldría a las plantas de nuestro planeta de origen.
Esperamos hasta que se hizo de noche. Pensamos agotar las últimas horas de luz de aquella estrella para recabar pruebas pero solo veíamos esa sustancia purpurea; también anotamos pequeños organismos simples y en algún momento nos pareció ver algo volando, como si aves terrícolas fueren, pero lo descartamos, quizá fuese algún tipo de alucinación visual debida al cansancio.
Entonces vimos una luz... ¡fuego!, corrimos hacia ese lugar y lo vimos, ¡lo vimos!, criaturas bastardas bailaban alrededor de aquella fuente de luz, como en un acto religioso, como adorando aquel minúsculo punto en la oscuridad como si de esperanza tratase.
Criaturas aberrantes, diabólicas, gárgolas, cabezas pequeñas, ojos enjutos, alas de murciélago gigante, adoraban la luz, pero venían de la oscuridad, se sentían excitados, como si en orgasmo estuvieran, vimos algunos fornicando aunque no distinguíamos con nuestras cámaras nocturnas si había uno o dos sexos en la especie.
Entonces, golpes, entonces ruido, una figura cadavérica, bípeda, ¡semihumana! apareció, casi más alta que el más alto de los humanos, parecía un homínido ancestral, entonces nos miró, ¡nos miró!... y las criaturas corrieron a por nosotros, salimos huyendo como alma que lleva el diablo.
-¡Doctor Pantoja! ¡Doctor Pantoja!- dijo mi compañera.-¡Ayudame!
No la volvería a ver nunca jamás
Mi compañera y yo llegamos cuando amanecía. Era más fácil encontrar vida en ese momento. Advertimos la escasez, ante nosotros y hasta el horizonte se hallaba un gran desierto.
Caminamos varias horas, el ambiente era muy húmedo y no perdimos demasiada agua que era lo que más temíamos, es más, encontramos pequeñas salidas de agua entre las rocas y en algunas cumbres montañosas. ¿Seria de silicio? no lo sabíamos.
No fue muy difícil encontrar una zona con más abundancia, en vimos que aquella masa oscura que parecía líquenes se convertía en un bosque de diferentes formas purpureas lo que pensamos que quizá equivaldría a las plantas de nuestro planeta de origen.
Esperamos hasta que se hizo de noche. Pensamos agotar las últimas horas de luz de aquella estrella para recabar pruebas pero solo veíamos esa sustancia purpurea; también anotamos pequeños organismos simples y en algún momento nos pareció ver algo volando, como si aves terrícolas fueren, pero lo descartamos, quizá fuese algún tipo de alucinación visual debida al cansancio.
Entonces vimos una luz... ¡fuego!, corrimos hacia ese lugar y lo vimos, ¡lo vimos!, criaturas bastardas bailaban alrededor de aquella fuente de luz, como en un acto religioso, como adorando aquel minúsculo punto en la oscuridad como si de esperanza tratase.
Criaturas aberrantes, diabólicas, gárgolas, cabezas pequeñas, ojos enjutos, alas de murciélago gigante, adoraban la luz, pero venían de la oscuridad, se sentían excitados, como si en orgasmo estuvieran, vimos algunos fornicando aunque no distinguíamos con nuestras cámaras nocturnas si había uno o dos sexos en la especie.
Entonces, golpes, entonces ruido, una figura cadavérica, bípeda, ¡semihumana! apareció, casi más alta que el más alto de los humanos, parecía un homínido ancestral, entonces nos miró, ¡nos miró!... y las criaturas corrieron a por nosotros, salimos huyendo como alma que lleva el diablo.
-¡Doctor Pantoja! ¡Doctor Pantoja!- dijo mi compañera.-¡Ayudame!
No la volvería a ver nunca jamás
Comentarios