El Deber y la Confianza
La noche en
la vieja plaza frente a la catedral era solitaria y oscura; un hombre alto
surgió como una sombra de la noche.
Otro esperaba sentado en la otra punta.
Primero se detuvieron, más adelante el mas alto le hizo una
seña al otro y éste se acercó.
El primero se acercó más y sacó un arma de debajo de la
gabardina y pronunció bajo pero claro estas palabras:
“El Cielo gritó a la Tierra que le devolviese lo que era suyo”.
El agente esperó la respuesta de su compañero con la pistola
en mano, apuntándole.
El otro agente abrió la boca, vaciló, y la cerró.
-La contraseña -exigió el primer agente
El segundo agente abrió la boca y la cerró.
-Ultima oportunidad.
El otro agente por fin habló.
-Uhard, no la recuerdo;
no te estoy engañando, la he olvidado en la última hora.
Brok empezó a temblar y se puso la mano en la frente como
tratando de pensar.
-Es la contraseña o la muerte, estamos tratando cosas muy
serias- insistió Uhard.
-Uhard, sé tu nombre verdadero, esto es que nos conocemos
desde niños; acuérdate cuando jugábamos al fútbol en la colonia. ¡No puedes
olvidar todo eso!- dijo levantando el tono y con mucha ansiedad
-Brok, no sé si has cambiado de bando, necesito la
contraseña.
-Sabes que no te iba a mentir, hemos sido vecinos desde los
dos años hasta los 20; te digo que la he olvidado créeme, por favor, te juro
por Dios que no te estoy mintiendo- dijo mientras gesticulaba rápidamente.
-Sé todo eso; pero lo que protegemos tiene más valor que
nuestra amistad, la contraseña, última oportunidad.
-Te digo que no me he pasado al enemigo, me he olvidado en
esta última hora, era larga y difícil, por favor déjame al menos irme. Te he
perdonado muchas veces por mantener nuestra amistad, dame la oportunidad de
huir. No diré nada, te lo juro. –Dijo totalmente desesperado
-No puedes irte Brok- Sentencio Uhard
Brok golpeo el arma de Uhard y desvió el primer disparo y
lanzo un fuerte golpe contra el rostro de Uhard, éste lo esquivó y disparó tres
veces seguidas, una cuarta en la cabeza cuando estaba en el suelo.
Después se alejó y una pequeña lágrima salió de su ojo
izquierdo, pero con la conciencia tranquila de haber cumplido con su deber.
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