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Mostrando entradas de 2021

ÁNGELES CAÍDOS

Leyendo libros sobre la proyección astral y viajes extracorporales me quedé dormido, entonces sentí como salía de mí mismo y me proyectaba hasta un espacio en blanco. Divagué lentamente mientras me alejaba de mi cuerpo durmiente hasta que encontré una figura que no parecía ni hombre ni mujer. -¿Quién eres?- le pregunté. -¿Y dónde estamos? -Me llamo Sariël y soy un ángel caído. Estás en el Infierno. -¿Y cómo has llegado a parar aquí? -Le dije a Dios que si el hombre llegaba a volar no sería del todo bueno, Él me contestó que si el hombre surcaba los cielos sería porque habría conseguido la bondad de los ángeles, discutimos y como no le di la razón me envió aquí. Me quedé algo sorprendido y preocupado. Más adelante encontré a otro ángel caído: -Me llamó Tarmiël, llegué aquí por decirle a Dios que algún día los hombres podrían comunicarse a grandes distancias, entonces Él me dijo que para ello los hombres tendrían que ser tan buenos como los ángeles, discrepé y el no darle la razón me hiz...

VISTO Y NO VISTO

Seleccionado por la Real Academia Espacial Española, fui nombrado por la reina Leonor I para ser uno de los ocho tripulantes que viajaríamos por el Reino de España a Marte por primera vez en la Historia. Llegamos en los coches oficiales, no sin antes despedirme de mi mujer, mis hijos y mis hermanos, que me desearon lo mejor y yo les dije que volvería sano y salvo. En olor de multitudes, la propia reina, el consorte y la presidenta del gobierno, así como otras autoridades nos dieron la mano y paso después empezamos la incursión. Cuatro mujeres y tres hombres a parte de mí seríamos los que formaríamos la primera colonia española en el planeta rojo. Cuando me senté, me abroché el cinturón y devolví mi sonrisa a mis compañeros. El impacto de sacudida del cohete al despegar fue brutal, pero poco a poco la presión se desvaneció y pude mirar tranquilamente por la ventana, primero vi como me alejaba de Madrid, luego pude ver la península Ibérica y poco a poco la Tierra tomó forma con sus conti...

LA DIOSA DEL OCÉANO

Tras navegar varios días en calma falleció el último miembro de mi tripulación, un hombre obeso al cual le había quedado la cara deformada por múltiples verrugas y cicatrices. Seguí mi camino solo, hacía un sol ardiente de verano justo encima de mi cabeza y no me quedaba nada de beber. Desesperado me lance al inmenso azul lleno de sal. Poco a poco fui quebrándome, me sentía débil, mis fosas nasales estaban rotas y me hundía en la oscuridad donde todas las criaturas diabólicas y malignas esperaban hincarme sus afilados colmillos. Entonces desperté. La diosa del océano me tenía en sus manos, ella de un kilometro de altura, con su infinito cabello rubio brillando furiosamente y sus inmensas alas blancas me engulló en sus fauces. Después me expulsó, pues su saliva era de oro y no había hombre que no pudiese resistirse ante tanto pecado. La entidad más hermosa del mundo me lanzó kilometros y kilometros por el cielo. Y ya nunca jamás volví a despertar…