EL MISTERIO DEL SOLITARIO
Si hay un libro que me haya impresionado realmente es el misterio del solitario de Jostein Gaarder.
Lo he leído muchas veces a lo largo de mi vida, pero aunque tenga diferentes edades siempre saco la misma conclusión: el horror de la soledad.
El libro trata de un joven que naufraga en un bergantín desde América hasta Europa en mitad del Atlántico.
Es el único superviviente.
Sin embargo ese es solo el principio de su desgracia, pues llegará a una isla de la que no podrá escapar jamás.
Y así empieza la historia del solitario Frode en la isla mágica, isla en la que por mucho que intente escapar y llegar al océano nunca se lo permitirá, ande cuanto ande y explore lo que explore la isla no tiene límites una vez te encuentres dentro de ella y lo peor es que no hay otros seres humanos.
Frode en los primeros años de su vida en la isla enloquecerá y comenzará a convivir con los enanos, que son los amigos imaginarios de la baraja de cartas que trajo consigo en el naufragio.
Frode, quizá con mi edad, con 36 años recién cumplidos empezaría a aceptar que el resto de su vida la iba a pasar solo, sin volver a tener compañía de otros seres humanos.
Frode morirá en la isla y jamás volverá a ver a nadie, su vida quedará resumida al aislamiento y al sentimiento de tristeza.
Y con ello yo me veo identificado, como autista me veo aislado del mundo neurotípico que no me acepta, sin la capacidad de llegar al mar que son las relaciones NT.
Me siento privado de la felicidad, envuelto en la soledad y como Frode, con 36 años me doy cuenta de cual va a ser mi vida hasta mi el último de mis días.
Y es que puedo decir las cosas más alto pero no más claras, los autistas estamos desamparados, solos y derrotados.
Tengo miedo del futuro, un futuro donde ya no estén mis padres y no pueda recurrir a su apoyo y cariño.
Por ello tengo miedo a la soledad, pero no a la soledad como Frode la vivió, no la de estar en una isla sin ver a otros seres humanos, sino la de por ejemplo ir a la facultad y encontrarme solo entre seres humanos.
Por ello tengo miedo y me siento triste porque sé que por mucho que me esfuerce es inútil, al igual que Frode no encontró el camino de vuelta hacia el mar yo jamás encontraré el camino para tener hueco entre los neurotípicos.
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