La Noche se acerca...

Saldría a la calle, pero es de noche y no se atrevía, pensaba mientras miraba por la ventana; realmente si tenía mucho miedo, el ruido, los coches, las personas, lo que creo que hay más allá de las sombras de la oscuridad.

Su amo tardaba en aparecer y no sabía que pensar, hacia un rato que había acompañado a otro diferente no sabía muy bien dónde.

La luz solar se había ido hacia tiempo, eran las 19:30 y tenía miedo, si tenía ganas de hacer sus necesidades, de hecho solamente con mover un poco la puerta con mi morro saldría a la terraza y de allí hay un hueco en que los humanos no caben pero yo sí.

Solo con eso se quedaría tranquilo sin este dolor en mis riñones y estómago, pero tenía que ser paciente y esperar.

Miro a la Luna, a las estrellas que tintineaban en el cielo oscuro, puntos luminosos del más allá. Se preguntó si allí habría perros como él mirando hacia arriba, esperando a sus amos. O, si había amos esperando a sus perros.

Reflexiono sobre su existencia, él era más pequeño que su amo, con más pelo y andaba a cuatro patas. 
Además su amo emitía extraños y refinados ladridos que le permitían expresar sus sentimientos con otros humanos, y usaba pequeñas imágenes que a la vista de otros producían comunicación.

Él no podía ver bien esas pequeñas imágenes, solamente las había visto en grandes paredes, iconos del pensamiento de los amos.

Comprendía que había dos tipos de amos, unos más altos y grandes, pero otros tenía dos enormes bultos en el pecho, eran más armónicos y melodiosos que los primeros y su amo les prestaba más atención.

Aparte de ellos y sus amos había otras criaturas, algunas abrían las patas y se elevaban a los cielos, otras crueles y temidas, se ocultaban bajo las sombras y se movían con una gran velocidad por intricadas calles, tejados y vallas como si los quisieran ofender con su rapidez y capacidad de pegarse a los muros.


Sintió un escalofrió, y de repente algo húmedo y caliente estaba debajo de él, olía agresivamente, sintió haber cometido una gran falta, agacho la cabeza y espero a los gritos y los golpes.

 Se hundió en ese preciso instante.

 Estaba solo.

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