Fenix
EL FÉNIX
Por Ignacio Pantoja
Uno… dos… tres…
Los esfuerzos que hacia por salir de la cascara dura eran cada vez más fuertes, había despertado hacía poco y cada vez tenia más ganas de salir, se sentía más y más poderosos.
Uno… dos… tres…
Ya lo había conseguido, ahora solo tenia que hacer un último esfuerzo, desplegó sus enormes alas e iluminó todo el valle, se inclinó y saltó al precipicio.
Primero cayó y cayó, pero al cabo de un rato era más fuerte que la gravedad y salió impulsado hacia arriba, el batir de sus alas se oía como un tambor a kilómetros.
Siguió batiendo y batiendo sus alas, poco a poco cada vez era más grande y lo notaba, entonces lo vio: era un poblado de humanos que querían cobijarse a miles de kilómetros de allí.
Se acercó más y más hasta que los que allí vivían creyeron que salía el sol y salieron a trabajar en el campo cuando la terrible sorpresa de una mar de fuego los sorprendió.
Con picotazos crueles rompió las cabañas y se comió uno tras otro a los aldeanos, los cogió con su gran pico uno tras otro y los desmembró con sus afilados colmillos. La aldea se convirtió en un infierno de sangre, miembros y fuego.
Una vez acabó con ellos se dispuso a volver a lo alto de la catarata para morir donde nacerá mañana.
Uno… dos… tres…
Los esfuerzos que hacia por salir de la cascara dura eran cada vez más fuertes, había despertado hacía poco y cada vez tenia más ganas de salir, se sentía más y más poderosos.
Uno… dos… tres…
Por Ignacio Pantoja
Uno… dos… tres…
Los esfuerzos que hacia por salir de la cascara dura eran cada vez más fuertes, había despertado hacía poco y cada vez tenia más ganas de salir, se sentía más y más poderosos.
Uno… dos… tres…
Ya lo había conseguido, ahora solo tenia que hacer un último esfuerzo, desplegó sus enormes alas e iluminó todo el valle, se inclinó y saltó al precipicio.
Primero cayó y cayó, pero al cabo de un rato era más fuerte que la gravedad y salió impulsado hacia arriba, el batir de sus alas se oía como un tambor a kilómetros.
Siguió batiendo y batiendo sus alas, poco a poco cada vez era más grande y lo notaba, entonces lo vio: era un poblado de humanos que querían cobijarse a miles de kilómetros de allí.
Se acercó más y más hasta que los que allí vivían creyeron que salía el sol y salieron a trabajar en el campo cuando la terrible sorpresa de una mar de fuego los sorprendió.
Con picotazos crueles rompió las cabañas y se comió uno tras otro a los aldeanos, los cogió con su gran pico uno tras otro y los desmembró con sus afilados colmillos. La aldea se convirtió en un infierno de sangre, miembros y fuego.
Una vez acabó con ellos se dispuso a volver a lo alto de la catarata para morir donde nacerá mañana.
Uno… dos… tres…
Los esfuerzos que hacia por salir de la cascara dura eran cada vez más fuertes, había despertado hacía poco y cada vez tenia más ganas de salir, se sentía más y más poderosos.
Uno… dos… tres…
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