Terraplanismo
Acostumbrado a mi vida en el continente, comencé a viajar mucho más allá de los confines de la Tierra. Al principio solo había agua, luego hielo. Caminaba y caminaba, atravesaba vallas y acantilados, pendientes, cumbres y cordilleras. El sol dejó de existir, quizá nunca había existido. Seguí caminando, aunque ya no sé si era con mis pies o simplemente soñaba que volaba entre los hielos antárticos. Entonces en ese momento lo entendí todo, a mis pies se encontraba un mundo de hielos infinitos, y mientras flotaba entre ellos distinguía la luna, de manera inmensa, descomunal, como un faro azul en la eterno universo de la Antártida.